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lunes, 30 de julio de 2012

Venus vendando los ojos del Amor - Venus Blindfolding Cupid - Vecellio di Gregorio Tiziano

Venus vendando los ojos del Amor - Venus Blindfolding Cupid - Vecellio di Gregorio Tiziano - Titian - Galería Borghese. Corresponde esta obra al período de madurez de Tiziano, en el que su estilo manifiesta una progresiva desintegración formal, negligente espontaneidad en la factura y un nuevo sentido del color, gracias al cual la representación cobra un carácter de inmaterialidad. Tal procedimiento tiene algo de impresionista, puesto que utiliza pinceladas deslavazadas y yuxtapuestas que, al ser contemplado el cuadro a la distancia normal de observación, se funden en la retina del espectador, produciendo el efecto de volumen, textura y atmósfera. Respecto al tema, Tiziano pudo inspirarse en el ciclo de la educación de Cupido representado frecuentemente en frescos de época romana. Consta que Velázquez conoció esta obra en Italia, y a su recuerdo cabe atribuir el amorcillo que pintó en su famosa Venus del Espejo –también llamada Venus Rokeby-.
Galería Borghese
1565
118 x 185 cm. Óleo sobre lienzo

Vecellio di Gregorio Tiziano
Corresponde esta obra al período de madurez de Tiziano, en el que su estilo manifiesta una progresiva desintegración formal, negligente espontaneidad en la factura y un nuevo sentido del color, gracias al cual la representación cobra un carácter de inmaterialidad. Tal procedimiento tiene algo de impresionista, puesto que utiliza pinceladas deslavazadas y yuxtapuestas que, al ser contemplado el cuadro a la distancia normal de observación, se funden en la retina del espectador, produciendo el efecto de volumen, textura y atmósfera. Respecto al tema, Tiziano pudo inspirarse en el ciclo de la educación de Cupido representado frecuentemente en frescos de época romana. Consta que Velázquez conoció esta obra en Italia, y a su recuerdo cabe atribuir el amorcillo que pintó en su famosa Venus del Espejo –también llamada Venus Rokeby-.


Obras de:
Vecellio di Gregorio Tiziano
Adán y Eva Amor profano y amor divinoAutorretrato
Concierto campestre Coronación de espinasDánae recibiendo la lluvia de oro
El Dux Niccolo Marcello El emperador Carlos V, a caballo en MühlbergEl hombre de la palma
El hombre del guante El hombre vestido de azulEl tributo del cesar
Flora Jesús y el CireneoLa Bacanal de los Andrios
La Venus de Urbino La Venus del PardoLa Virgen con el Niño entre San Antonio de Padua y San Roque
La Virgen de san Nicoló dei Frari La Virgen y el NiñoNoli me Tangere
Ofrenda a Venus, diosa de los amores PiedadRetrato de Cristoforo Madruzzo
Retrato de Felipe II Retrato de Francisco IRetrato de la emperatriz Isabel de Portugal
Retrato de un caballero veneciano Retrato de una dama con abanicoRetrato de una hija de Roberto Strozzi
Retrato del Dux Andrea Gritti Retrato del Dux Marcantonio TrevisaniRetrato del emperador Carlos V
Retrato del papa Paulo III San Juan BautistaVenus ante un espejo
Venus recreándose con el Amor y la Música / Venus recreándose en la Música Venus vendando los ojos del AmorVenus y Adonis


San Juan Bautista / Angiolo Bronzino

 Galería Borghese

Angiolo Bronzino
La actitud del san Juan y el monumentalismo de su cuerpo desnudo tienen su origen en Miguel Ángel, si bien el tratamiento anatómico, conseguido por luces diáfanas y sombras transparentes, es muy distinto del de aquel maestro. Bronzino desarrolla una personal manera, de condición cristalina, que responde a un propósito esteticista. Preocupado por la elegancia de la forma, a cuyo servicio pone un dibujo depurado, se despreocupa el pintor del contenido religioso del cuadro, que se presenta más como un estudio de la belleza anatómica que como una composición de altar. La utilización de gamas cromáticas detonantes –el azul del manto y sus reflejos en el agua- es característica de toda la producción de Bronzino.

Autorretrato / Paul Cézanne

Museo D’Orsay


Paul Cézanne
Son cuarenta y siete los autorretratos conocidos de Cézanne, realizados a partir de cumplir los treinta años y gracias a su contacto con los impresionistas. En buena parte de ellos muestra una fisonomía envejecida prematuramente debido a su pronunciada calvicie y la larga barba negra, coincidiendo su aspecto con el de Pissarro.
Cézanne aparece en primer plano, dirigiendo su expresiva mirada hacia el espectador, arqueando las cejas. En el fondo podemos apreciar un paisaje de Guillaumin denominado Tiempo lluvioso, trabajado con una pincelada abocetada en sintonía con el tabardo o el rostro. La escasa luz procedente de la izquierda resalta el gesto del pintor, contrastando con las tonalidades oscuras del tabardo y del cabello.

lunes, 23 de julio de 2012

Carolina Bonaparte / Jean-Dominique Ingres

Colección Particular


Jean-Dominique Ingres

Posiblemente sea éste uno de los mejores retratos de Ingres. La protagonista es Carolina Bonaparte, hermana menor del gran Napoleón Bonaparte, casada con uno de los militares más afamados del Imperio, Murat, encargado de ocupar con sus tropas España en 1808 y nombrado más tarde rey de Nápoles, aunque él hubiese preferido la Corona española en perjuicio de José Bonaparte. Carolina tenía 32 años y era una mujer alegre, aunque su felicidad iba a durar poco; meses después sería destronada y quedaría viuda. Ingres ha conseguido dominar a la perfección los requisitos imprescindibles de un buen retrato: la personalidad del modelo y los detalles de todo lo que le rodea. La dama se sitúa en una habitación, vestida con un elegante traje negro, mientras que tras un gran ventanal observamos la ciudad de Nápoles, con el Vesubio humeante al fondo. La luz penetra por la izquierda y crea zonas de claroscuro que otorgan mayor uniformidad al conjunto. El exquisito dibujo del maestro se aprecia en todos los detalles: los pliegues de los cortinajes, el sombrero, la alfombra, etc. Pero el rostro de Carolina transmite su personalidad, su fuerza, a través de esa intensa mirada que penetra directamente en el espectador. La obra desapareció en 1814, siendo identificada en 1987 en una colección neoyorquina. Esa desaparición afectó al propio Ingres, que la echaría en falta en varias ocasiones.

Autorretrato / Paul Cézanne

Kunstmuseum de Basilea


Paul Cézanne
Cézanne tenía unos 40 años cuando realizó este autorretrato en el que aparece vestido como un burgués -recordemos que era miembro de una importante familia relacionada con la banca- vistiendo negra levita, chaleco y camisa blanca; cubre su cabeza con elegante sombrero, también en tonos negros. Su postura es bastante forzada, en tres cuartos, gira su cabeza ligeramente para mirar al espectador de reojo. Tras él contemplamos un amplio ventanal y un aparente espejo donde parece reflejarse la luz. La iluminación procede de la derecha, impacta en el rostro de Paul y resbala por él. Ha conseguido aportar un sensacional volumen a su cuerpo a través de rápidas y violentas pinceladas aplicadas con espátula, así como a un soberbio entramado de líneas que aluden a la reacción contra la pérdida de la forma que se estaba produciendo entre algunos impresionistas como Monet o Pissarro.

Boda judía en Marruecos / Eugéne Delacroix

Museo del Louvre


Eugéne Delacroix

En diciembre de 1831 Delacroix abandona París con destino a Marruecos. Desde territorio marroquí viajará a Argel y a España, visitando Sevilla y Cádiz. De esta estancia española comentó: "He hallado en España todo lo que había dejado entre los moros. Nada ha cambiado, salvo la religión; el fanatismo por lo demás es el mismo. He visto las bellas españolas que no desmienten su fama". Durante este viaje realizará numerosos bocetos, apuntes y dibujos que más tarde le servirán para representar esos ambientes marroquíes. Así surge esta Boda judía en Marruecos, realizada seis años después de su regreso. Un patio sirve de escenario a la boda, representando diferentes tipos pintorescos en actitudes variadas, generalmente en escorzo. Pero la gran protagonista de esta escena es la iluminación, destaca el foco de luz que reciben las encaladas paredes y que se transmite a los personajes. Esa luz dorada crea una atmósfera especial en la que se aprecian ecos de la pintura barroca española. La pincelada es más rápida que en sus obras iniciales.

jueves, 19 de julio de 2012

Autorretrato con visera / Jean Baptiste Siméon Chardin

Museo del Louvre


Jean Baptiste Siméon Chardin
Los retratos que Chardin realiza al pastel -como éste que contemplamos- gozan de una cuidada construcción y una intensidad emotiva igual a sus escenas de género o sus bodegones. El traje, la visera o los anteojos están realizados con la misma atención que los objetos de las naturalezas muertas, interesándose por los detalles y las calidades de las telas, como podemos comprobar en la visera o la cinta rosa que le rodea la cabeza y el cuello. Su intensa mirada se dirige al espectador, recogiendo la expresividad del rostro a través del gesto. La luz procedente de la derecha impacta en la zona derecha de la cara y proyecta la sombra hacia la izquierda, tal y como habían hecho los grandes maestros del Renacimiento -Tiziano- y del Barroco -Van Dyck o Velázquez-. Al recortar el busto ante el fondo neutro aporta mayor volumetría a la figura y evita que el espectador pierda el tiempo en otros puntos de referencia, para centrar nuestra atención en la personalidad del artista. Con estos retratos al pastel, Chardin tuvo algo más de éxito que con los que pintó al óleo, mostrando una vez más su deseo de labrarse una fructífera carrera, a pesar de la edad y de haber renegado de sus funciones en la Academia.

Autorretrato con gorro blanco / Paul Cézanne

Bayerischen Munich


Paul Cézanne
Hay documentado unos 47 autorretratos de Cézanne en los que se manifiesta la evolución tanto de su aspecto como de su estilo pictórico. En esta imagen que contemplamos el maestro de Aix se nos presenta con un pequeño gorro blanco, apreciándose claramente el paso del tiempo en su rostro, teniendo cierta sintonía con el autorretrato con turbante pintado en el siglo XVIII por Chardin. Cézanne se nos presenta como un burgués, con su chaqueta, chaleco y corbata, recortando su amplia figura girada en tres cuartos ante un fondo neutro, resaltando así su volumetría. La pincelada ha sufrido también un cambio al prescindir de los toques breves y dinámicos característicos de su etapa impresionista para emplear toques finos de óleo, organizando las formas y los volúmenes gracias al color. El resultado es una de las pocas imágenes del maestro en la que apreciamos su expresión, ya que el artista estaba más interesado en investigar en cuestiones formales y cromáticas que en manifestar la personalidad de sus modelos.

Autorretrato con pipa / Gustave Courbet

Museo Fabre, Montpellier


Gustave Courbet
Courbet sintió especial admiración por los autorretratos, realizando bastantes a lo largo de su vida, siguiendo a Rembrandt, uno de sus pintores favoritos. Con ellos quería mostrar al público su estado de ánimo en los diferentes momentos; el pintor se presenta con pipa - uno de sus elementos más personales - destacando su melancólica expresión en la que hay cierta dosis de romanticismo. Técnicamente nos encontramos con una obra de rápida ejecución, donde se aplica el óleo con seguros toques de pincel, sin dejar de lado el soberbio dibujo que siempre mostrará el artista.

lunes, 16 de julio de 2012

Autorretrato / Eugéne Delacroix

Museo del Louvre


Eugéne Delacroix
A pesar de no ser conocido por sus retratos, Delacroix será un maestro en este género, que tendrá un importante auge en el siglo XIX. Su gran preocupación estaría en captar la personalidad del modelo, centrando su atención en el rostro para transmitir el alma al espectador. Esto se aprecia en su autorretrato, en el que ilumina con un potente foco de luz su rostro, quedando la parte izquierda en sombra. Los ojos y el gesto del pintor llaman la atención al igual que el pelo alborotado, creando una iconografía típicamente romántica. La vestimenta se traza rápidamente, aunque desea mostrar su status social al vestirse como un burgués: chaleco, chaqueta y corbatín. El fondo neutro hace que la elegante figura resalte aún más, otorgándole un excepcional volumen.

Virgen del Libro / Sandro Botticelli

Museo Poldi Pezzoli, Milán


Sandro Botticelli
En la intimidad de una estancia con la ventana abierta hacia un paisaje, el Niño Jesús busca con su mirada la de la Virgen. La originalidad y buen hacer del artista alcanzaron en esta obra uno de sus mejores logros. Al margen de la indudable belleza de la   pintura
Botticelli hizo gala de su predisposición hacia la representación de todos los pormenores en elementos accesorios como las distintas cajas y el frutero. El Niño Jesús sostiene los tres clavos de la cruz y la corona de espinas, aludiendo con ellos los sufrimientos venideros. El meticuloso y dulce estilo del maestro se pone de manifiesto en detalles como el velo transparente que cubre la cabeza de la Virgen, de una calidad plástica casi palpable.

Virgen con el Niño y cuatro santos - Domenico Veneziano

Virgen con el Niño y cuatro santos - The Madonna and Child with Saints - Domenico Veneziano Galería de los Uffizi - Galleria degli Uffizi. Muestra a la Virgen y al Niño entronizados en una logia porticada, con una exedra poligonal al fondo, flanqueados por san francisco, san Juan Bautista, san Nicolás y santa Lucía. A la disposición simétrica de los personajes se suma la regularidad del escenario arquitectónico, trazado con impecable perspectiva. Los juegos de luces y sombras desempeñan un papel fundamental en el propósito del artista de describir el efecto atmosférico.
Galería de los Uffizi
1445
210 × 215 cm. Temple sobre madera

Domenico Veneziano
Muestra a la Virgen y al Niño entronizados en una logia porticada, con una exedra poligonal al fondo, flanqueados por san francisco, san Juan Bautista, san Nicolás y santa Lucía. A la disposición simétrica de los personajes se suma la regularidad del escenario arquitectónico, trazado con impecable perspectiva. Los juegos de luces y sombras desempeñan un papel fundamental en el propósito del artista de describir el efecto atmosférico.


Obras de:
Domenico Veneziano
Adoración de los ReyesRetrato de una dama joven Virgen con el Niño y cuatro santos


lunes, 9 de julio de 2012

Madonna de Port Lligat / Salvador Dalí




Salvador Dalí
Al igual que el alimento carnal, tantas veces representado en su juventud, se convierte en alimento espiritual manifestado en forma de pan en sus cuadros de los años 40 y 50, Gala dejará de representar la sensualidad carnal digna de ser devorada para convertirse en venerable imagen virginal. Sobre los temas religiosos que irrumpen en esta época en la obra del pintor, proyecta éste su ya conocido arsenal de símbolos personales, sin renunciar por ello a la referencia a los grandes pintores del pasado, en este caso a la Madonna de la Pinacoteca de Brera, de Piero della Francesca, con la que tiene grandes semejanzas.

Autorretrato con gorra / Paul Cézanne

Museo del Hermitage


Paul Cézanne
Si bien en la mayoría de los autorretratos Cézanne se presenta de busto y de medio perfil, en esta ocasión ha introducido una novedad al girarse hacia la izquierda mientras lo habitual es hacerlo a la derecha. El maestro se presenta con una gorra de visera charolada, ya utilizada por él en el retrato que le hizo Pissarro, sustituyendo la mirada penetrante de otras imágenes por un aire melancólico y pensativo. El cabello largo y la barba le hacen más mayor, otorgando a su rostro el aire de un viejo trabajador. Sin embargo, esta tela goza de una riqueza cromática que pocas veces superará en esta misma temática: azules, rosas, verdes, blancos, lilas, marrones, utilizando una pincelada tremendamente suelta con la que supera el impresionismo y anticipa estilos de vanguardia como el fauvismo.

lunes, 2 de julio de 2012

Mercado de algodón / Edgar Degas

Museo de BB.AA de Pau


Edgar Degas
La familia de la madre de Degas, Célestine Musson, residía en Nueva Orleans donde se dedicaba al comercio del algodón. El pintor quiso viajar a Estados Unidos para conocer a esta rama familiar y marchó hacia allí, acompañado de sus hermanos René y Achille, en 1872. Entre octubre de ese año y marzo del siguiente permanecieron en América; allí realizaría esta maravillosa escena en la que muestra una oficina de compraventa de algodón. Concretamente tomó como punto de referencia la de su tío materno, Michel Musson, el hombre que aparece en primer plano comprobando la calidad de la partida de algodón que acaba de llegar y que se coloca sobre la mesa. Tras él, sentado en una silla y leyendo un periódico local encontramos a René Degas mientras que Achille se apoya en el marco de una de las ventanas del fondo, cruzando las piernas en actitud de espera. El resto de los trabajadores se reparten por el espacio pictórico de una manera muy organizada, pensando mucho la composición y sin dejar nada al azar. Degas ha querido mostrar la frenética actividad de una oficina de algodón, como si abriésemos una de las puertas pero nadie pudiese vernos. Desde una de las esquinas de la sala, en una perfecta perspectiva al elevar el suelo a medida que avanzamos, nos introduce en la escena al situar a su tío, con las piernas truncadas en el plano del espectador, al igual que la papelera. Interesado por los contrastes cromáticos recurre al blanco, al negro y al siena, como también hacía Manet. En cuanto a la luz, penetra un fuerte haz por la izquierda, que ilumina el algodón y ensombrece la oficina a medida que nos adentramos en ella. Otra ventana al fondo deja ver un ligero reflejo lumínico muy atractivo. La obra está relacionada con las pinturas de género que se realizaban en la Inglaterra victoriana más que con la temática impresionista; quizá se deba al deseo de satisfacer a su familia americana o para venderlo a un fabricante de hilados. Expuesto en la muestra impresionista de 1875 llamó mucho la atención de los asistentes, en especial de Émile Zola. Posteriormente, fue vendido al Museo de Bellas Artes de Pau siendo así el primer cuadro de Degas que se exhibía en una colección pública, lo que causó mucha alegría al artista.

Autorretrato / Leonardo Da Vinci

Palazzo Reale, Turin

Leonardo Da Vinci
La imagen típica de Leonardo que ha trascendido hasta nuestros días fue diseñada en 1516, a partir de este autorretrato, voluntariamente adornado con ciertas características que el artista deseaba que trascendieran. El dibujo está hecho con tiza roja sobre un papel coloreado, un tipo de papel que Leonardo elegía con mucho cuidado. En el retrato podemos apreciar los rasgos ennoblecidos del pintor e ingeniero, que se adorna a sí mismo con las galas de los antiguos filósofos: frente cargada, surcada de profundas arrugas en alusión a su intensa actividad intelectual. Largos cabellos ondulados, de la misma longitud que la barba, signo de cierto descuido aparente por la presencia, típico de pensadores lejos de las preocupaciones de este mundo. Y una boca firmemente apretada, como indicando la dedicación de Leonardo a un tremendo problema que considera irresoluble. Evidentemente, los rasgos físicos de Leonardo están ahí, pero también una serie de códigos que se han mantenido hasta nuestros días, cuatro siglos después, como el vivo retrato del artista, del sabio, del hombre del renacimiento.

David victorioso / Michelangelo Merisi da Caravaggio

Museo del Prado


Michelangelo Merisi da Caravaggio
Caravaggio es el gran maestro del Naturalismo tenebrista. Su forma de trabajar va a romper con la tradición manierista anterior e influirá en un buen número de pintores, desde Rembrandt hasta Ribera, pasando por Velázquez y Zurbarán. Su estilo caracteriza buena parte de las obras que se realizan en el Barroco, enfrentándose con la Escuela clasicista. Las figuras de Caravaggio son siempre monumentales, realizadas con el mayor realismo posible, como si fuesen auténticos personajes de las calles italianas. Estas figuras emergen de un fondo neutro muy oscuro gracias a unos potentes focos lumínicos que crean fuertes contrastes de luces y sombras, el conocido claroscuro tenebrista. Ese juego de luces otorga mayor dramatismo a los asuntos y acerca la temática religiosa al espectador, para lo que emplea personajes totalmente anti-heroicos con las uñas de los pies manchadas de sangre y barro. Incluso los gestos parecen en ocasiones inspirados en el teatro: David está representado como un joven que ata la cabeza del gigante Goliat, al que había matado con su honda. Los colores oscuros empleados son característica primordial del naturalismo, aplicados con una pincelada minuciosa y totalmente detallista. También es destacable la sensación de agobio espacial que aprieta figuras descomunales en un marco pequeño.

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