Trafico de visitas

martes, 31 de enero de 2012

Mahana no Atua / Paul Gauguin

Art Institute de Chicago

Paul Gauguin
El cuadro bien pudiera ser la ilustración de ciertos pasajes de un libro, en los que Gauguin narra las costumbres polinésicas y la peculiar estructura cosmológica oceaniana, regida por dioses cuyas efigies escultóricas se yerguen a lo largo de la costa para establecer la frontera entre la tierra y el mar, asegurando el equilibrio entre ambos elementos. En el primer término aparecen las figuras de tres mujeres junto a las aguas multicolores de la laguna del atolón; tras ellas, sobre una pequeña eminencia rocosa, se alza el ídolo maorí ante el cual se halla sentado un personaje que fuma en pipa. A la derecha, sobre el paisaje costero, situó el pintor a dos danzantes y a una amorosa pareja, mientras que en el lado izquierdo dispuso las representaciones de mujeres portadoras de ofrendas, contra el fondo de un mar azul coronado por crestas de espuma. Se trata, en suma, de una visión primitivista e imaginaria del mundo idílico de Gauguin.

Madonna y santos / Duccio di Buoninsegna

National Gallery de Londres

Duccio di Buoninsegna
El artista centra el efecto expresivo en los rostros de las figuras, realizados todavía a la “maniera greca” tradicional. Es un tríptico que en sus alas ofrece representaciones de san Dominico y santa Áurea. La Virgen que sostiene al Niño sobre su antebrazo izquierdo, se halla flanqueada por dos parejas de ángeles y cobijada bajo un arco de medio punto. En el tímpano situado sobre él, el artista situó las figuras –de izquierda a derecha- de Daniel, Moisés, Isaías, David, Abraham, Jacob y Jeremías, todas ellas identificables gracias a los textos bíblicos inscritos en las filacterias que portan. En las figuras principales concentra el artista su intención narrativa, componiéndolas de forma que indique las relaciones de afecto que existen entre la Madre y el Hijo, éste en trance de juguetear con el velo de aquélla. El Niño es de un canon muy inferior al de la Virgen, lo que acentúa el efecto de protección materna, claramente indicado por el gesto de las gráciles manos marianas. Las tonalidades graves de las carnaciones contrastan, por otra parte, con el profundo color azul del manto, cuyo plegado minucioso responde a una norma rítmica.

viernes, 27 de enero de 2012

Los bebedores / Adriaen Brouwer

Reales museos de Bruselas 

Adriaen Brouwer
Los individuos sentados en bancos en torno a la mesa son maleantes, recluidos en un recinto cerrado por empalizada que, como minúsculo campo de concentración, había junto a la ciudadela de Amberes. Con ellos bebe su guardián, un soldado vestido con jubón claro y chambergo. No evita Brouwer el detalle grosero –aunque sumariamente tratado- de los que utilizan la garita que sirve de retrete, ni la presencia del cerdo buscando desperdicios. La colina verde y la nube que asoma tras ella muestran el mundo de la libertad, al otro lado de la barrera, y ponen un contrapunto poético a tanta inmundicia. En el suelo, bajo el banco, aparece la firma del artista.
En contraste con el tema, el cuadro tiene una elegante y delicada luminosidad que lo salva del envilecimiento. Por esta cualidad Brouwer fue apreciado ya en vida, hasta el punto de que un hombre tan refinado como Rubens poseía diecisiete de sus obras.

lunes, 23 de enero de 2012

Las virtudes teologales - The Theological Virtues - Giovanni Battista Tiépolo

Las virtudes teologales - The Theological Virtues - Giovanni Battista Tiépolo - Reales museos de Bruselas - Musée Royaux des Beaux-Arts, Brussels, Belgium. Pequeño lienzo octogonal que contiene el esbozo de una pintura para un techo. A la derecha de la composición, suspendida en el cielo, aparece la Fe, con los ojos tapados, empuñando la cruz y el cáliz. En un plano inferior y sentadas se ve a la Esperanza, que agarra la caña de un ancla, y la Caridad, abrazando a un niño. Sobre el azul del cielo se cierne la paloma del Espíritu Santo. La perspectiva de la cruz y del edificio de la izquierda es la adecuada para un espectador que contemple la obra desde el suelo. La técnica es la peculiar e inconfundible del maestro veneciano. Unos rasgos en sepia sirven de apoyo y definición a las figuras, tratadas con colores nítidos con una singular fruición en los matices.
Reales museos de Bruselas
1755
38,1 x 38,8 cm. Óleo sobre lienzo

Giovanni Battista Tiépolo
Pequeño lienzo octogonal que contiene el esbozo de una pintura para un techo. A la derecha de la composición, suspendida en el cielo, aparece la Fe, con los ojos tapados, empuñando la cruz y el cáliz. En un plano inferior y sentadas se ve a la Esperanza, que agarra la caña de un ancla, y la Caridad, abrazando a un niño. Sobre el azul del cielo se cierne la paloma del Espíritu Santo. La perspectiva de la cruz y del edificio de la izquierda es la adecuada para un espectador que contemple la obra desde el suelo. La técnica es la peculiar e inconfundible del maestro veneciano. Unos rasgos en sepia sirven de apoyo y definición a las figuras, tratadas con colores nítidos con una singular fruición en los matices.


Obras de:
Giovanni Battista Tiépolo
Abraham y los tres ángeles Adoración de los Reyes Agar e ismael en el desierto
Armida abandonada por Rinaldo Investidura del obispo Harold como duque de Franconia Las virtudes teologales
Martirio de santa Águeda Virgen del Carmen


jueves, 19 de enero de 2012

La Virgen de las rocas / Leonardo da Vinci

National Gallery de Londres

Leonardo da Vinci
Composición que ofrece estrechas analogías con la del mismo tema que se conserva en el Museo del Louvre. Dicha circunstancia ha dado lugar a numerosas querellas eruditas entre los especialistas, para quienes resulta incomprensible que un artista de la volubilidad de Leonardo pudiera realizar dos veces la misma composición. Si recurrimos a la comparación estilística entre ambas obras, se pone de manifiesto la mejor factura de la composición del Louvre, la cual posee asimismo rasgos de espontaneidad más acusados que la de la Galería Nacional. En ésta deberá reconocerse la intervención, junto a Leonardo, de un ayudante de inferior calidad, lo que justifica su frialdad compositiva y la lividez de sus gamas cromáticas. 

La Virgen de la sopa de leche / Gérard David

Reales museos de Bruselas 

Gérard David
Aquí el tema sacro ha prescindido de todo hieratismo para convertirse en la anécdota familiar e íntima de una madre que da de comer a su hijo, en una habitación burguesa poblada por los objetos cotidianos, junto a una ventana tras la que aparecen el jardín, la vecindad y, más lejos, el bosque. El artista combina así el asunto religioso y la escena de género, cosa que harán en el futuro algunos pintores, como, por ejemplo, Velázquez en su Jesús en casa de Marta y María. En este sentido, el pequeño cuadro de David representa una innovación con deliciosas posibilidades. Aunque parezca una obra menor, esta expresión de intimidad debió de tener una calurosa acogida, pues se copió o se imitó repetidas veces.

lunes, 16 de enero de 2012

La ventana azul / Henri Matisse

Museo de Arte Moderno de Nueva York

Henri Matisse
El tema ha sido tratado con un criterio de abstracción de las formas en el que acaso quepa reconocer la influencia del naciente cubismo. En el primer término, al parecer sobre una mesa, se reconocen dos jarros –uno de ellos con flores-, un busto, una lámpara y un cenicero. La referencia al interior mediante los objetos que lo pueblan queda reducida a la mínima expresión geométrica. El paisaje, por su parte, es un mero arabesco en el que predominan las formas circulares y elípticas, sólo truncadas por las líneas del tejado de una casa que se percibe en la lejanía.

La tentación de san Antonio / Salvador Dalí

Reales museos de Bruselas 

Salvador Dalí
El más ambicioso de los surrealistas, el que tiene más pretensiones de trascendencia, el que siempre se propone sorprender al espectador ingenuo con un argumento que escape a lo inteligible. Todo ello puede apreciarse en esta Tentación de san Antonio, tema clásico que ya había servido de recurso a los más remotos precursores del surrealismo, como el Bosco. En todos aparece la tentación como una visión irreal e imaginada, subjetiva, cuya figuración puede variarse ad líbitum, según la fantasía de su autor.
Este pobre san Antonio desnudo se afirma en una piedra para esgrimir con mayor fuerza una cruz de palo como conjuro contra lo que se le viene encima, pues la visión –sin duda sueños de grandeza y de sensualidad- se le impone desde lo alto al flaco eremita. Abre la marcha un caballo blanco desbocado, como la soberbia, al que siguen cinco elefantes de patas larguísimas y pluriarticuladas, como de insecto, cargando sobre sus lomos una mujer desafiante, extraños obeliscos y un edificio de arbitraria arquitectura por cuya puerta asoma otro torso femenino desnudo. Como esperanza de salvación, a lo lejos aparecen dos figurillas penitenciales sobre la desolada llanura y, en el cielo y sobre el horizonte, la silueta de un ángel volador.

martes, 10 de enero de 2012

La Grande Jatte - Georges Seurat

La Grande Jatte - Georges Seurat - Art Institute de Chicago. El paisaje y las figuras fueron construidos con la técnica, característica de su autor, de la aplicación del color en estado puro y por medio de toques independientes que crean una trama destinada a fundirse en la retina del espectador si el cuadro se observa a la distancia adecuada. Seurat conocía a fondo la teoría óptica y se dejaba guiar como pintor por un espíritu científico. De ahí que la composición y las formas hayan sido tratadas con extraordinario rigor, como si su ejecución estuviese sometida a las normas inamovibles de una experiencia de física desarrollada en un laboratorio. A pesar de tal circunstancia, el conjunto produce una primera impresión satisfactoria de vibración lumínica, gracias al sutil juego de fluctuación de colores en la retícula de puntos que forma la superficie pictórica. En esta atmosfera tornasolada hallan su lugar varias parejas de paseantes, hombres y mujeres aislados, un músico aficionado que se ejercita en el arte de tocar la trompa, una mujer que pesca con caña, niños que juegan o se pasean con su institutriz… En la plateada superficie del agua, las embarcaciones de vela, de remo o a motor componen un mosaico de reflejos.
Art Institute de Chicago
1884
207,6 x 308 cm. Óleo sobre lienzo

El paisaje y las figuras fueron construidos con la técnica, característica de su autor, de la aplicación del color en estado puro y por medio de toques independientes que crean una trama destinada a fundirse en la retina del espectador si el cuadro se observa a la distancia adecuada. Seurat conocía a fondo la teoría óptica y se dejaba guiar como pintor por un espíritu científico. De ahí que la composición y las formas hayan sido tratadas con extraordinario rigor, como si su ejecución estuviese sometida a las normas inamovibles de una experiencia de física desarrollada en un laboratorio. A pesar de tal circunstancia, el conjunto produce una primera impresión satisfactoria de vibración lumínica, gracias al sutil juego de fluctuación de colores en la retícula de puntos que forma la superficie pictórica. En esta atmosfera tornasolada hallan su lugar varias parejas de paseantes, hombres y mujeres aislados, un músico aficionado que se ejercita en el arte de tocar la trompa, una mujer que pesca con caña, niños que juegan o se pasean con su institutriz… En la plateada superficie del agua, las embarcaciones de vela, de remo o a motor componen un mosaico de reflejos.


Obras de:
Georges Seurat
Baño en Asniéres El circoLa Grande Jatte


La gitana dormida / Henri Julien Félix Rousseau

Museo de Arte Moderno de Nueva York

Henri Julien Félix Rousseau
El titulo no parece justificado, puesto que lo que contempla el espectador es un paisaje desértico, de horizonte montañoso, tratado de forma casi monocromática, y en su primer término una figura dormida, a cuyo lado aparece un león de pacifica apariencia. El personaje, de epidermis oscura, se halla ataviado con una túnica de rayas multicolores y junto a él existen una mandolina y un jarro en cerámica. El sentido de tal composición no puede ser interpretado, a pesar de que el Aduanero Rousseau trataba –según declaró en numerosas ocasiones- de realizar una pintura realista.

jueves, 5 de enero de 2012

La fuente de Villa Torlonia, en Frascati / John Singer Sargent

Art Institute de Chicago

John Singer Sargent
La obra posee la frescura y espontaneidad propias de una nota realizada en vivo. Este apunte corresponde al viaje a Italia efectuado en 1907, en compañía de Jane Erin Emmet y su esposo, el retratista Wilfred de Glehn, amigo y discípulo de Sargent. Ambos han sido sorprendidos en el marco del parque de la Villa durante una sesión de pintura. La dama, sentada sobre un pedestal, tiene ante sí el caballete y la tela, en la que aplica el color bajo la atenta mirada de su marido. Al fondo, el verdor del follaje se halla interrumpido por el chorro del surtidor de la fuente, descrito con pinceladas rugosas que crean un efecto ilusionista. Las superficies del vestido de la pintora y de los elementos arquitectónicos han sido asimismo tratados con un mosaico de tonos y una carga de pigmento que producen una vibrante impresión.

La danza / Henri Matisse

Museo de Arte Moderno de Nueva York 

Henri Matisse
El artista deseaba expresarse por medio de la composición, evitando que la representación cobrase un sentido emocional capaz de anular su búsqueda de “líneas esenciales”. A tal criterio de armonía responde el cuadro, en el que prácticamente no existen más que tres colores y que se caracteriza por la importancia concedida a la línea de dibujo que contornea las figuras. Refiriéndose a la composición dijo Matisse a un periodista: “Tres colores para un vasto panel de danza; el azul del cielo, el rosa de los cuerpos, el verde de la colina.” El gusto por el arabesco y la simplicidad de las formas, patentes en esta obra, concuerdan con el interés del pintor por el arte musulmán, que le llevaría en los años siguientes a residir largas temporadas en el sur de España y en Marruecos.

lunes, 2 de enero de 2012

La chica de la cocina / Rembrandt Harmenszoon van Rijn

Museo Nacional de Estocolmo 

Rembrandt Harmenszoon van Rijn
Retrato intimo, de encantadora sencillez, pintado en 1651. Modelada por un color denso y al mismo tiempo fluido, está la chica en actitud contemplativa, apoyando la mejilla en la mano. Nada falta ni sobra para definir su figura y hasta su temperamento. Se dice que Rembrandt lo colocó en su ventana y que la gente de la calle tardó tres días en darse cuenta de que se trataba de un cuadro y no de una persona de carne y hueso.
Se ha apuntado la probabilidad de que la retratada sea Hendrickje Stoffels, que por aquellas fechas había entrado al servicio del pintor y de la que en 1654 nació su hija Cornelia.

La cascada / Henri Rousseau

Art Institute de Chicago 

Henri Rousseau
En un utópico paisaje selvático integrado por especies vegetales de extraordinarias proporciones, presenta antílopes y las figuras de dos negros; al fondo aparece una convencional agrupación de cabañas. Pintado en 1910, este cuadro refleja la fiebre africanista que había invadido los medios artísticos e intelectuales franceses. El descubrimiento del arte negro por los pintores de la época –entre ellos Picasso y Modigliani- determinaría, en particular, la aparición del cubismo. Para Rousseau, sin embargo, la fascinación de lo africano queda limitada a un cierto romanticismo. La obra pretende ser la transcripción de un mundo exótico y misterioso con ribetes de paraíso, en el que el pintor combina de modo arbitrario el paisaje de jungla y animales de sabana, sobre un horizonte de desierto.

Posts Populares

Comentarios