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lunes, 21 de enero de 2013

Vista "Los Sentidos" / Jan Brueghel de Velours

Museo del Prado

Jan Brueghel de Velours
La Vista formaba parte de la serie de los Cinco Sentidos - junto al Oído, el Olfato, el Gusto y el Tacto - realizada en colaboración por Brueghel y Rubens. Esta escena sería la más bella de toda la serie, dedicándose Brueghel a la realización de los cuadros y demás objetos que llenan la estancia, mientras Rubens trabajaría en las dos figuras principales. En una amplia sala se sitúan Venus y Cupido, admirando un cuadro de temática religiosa. Tras ellos, se abre un arco que nos permite ver el paisaje del fondo, contemplándose unas construcciones y un pavo real junto a una fuente. En la zona de la derecha, vemos una galería en la que penetra un rayo de luz por un óculo, creando un sensacional efecto atmosférico. En primer plano observamos un buen número de cuadros - estando todos documentados - , junto a diferentes elementos que completan el bodegón: libros, medallas, flores, monedas, cerámica, etc. En la pared del fondo, junto a la maravillosa lámpara, apreciamos una amplia colección de bustos romanos, algunos de ellos ocultos por más lienzos. La tabla es una excelente muestra del interés por el coleccionismo que surge entre la nobleza y la burguesía flamencas durante el Barroco. Este coleccionismo fue impulsado por los Gobernadores españoles de los Países Bajos, Isabel Clara Eugenia y Alberto de Austria, cuyo retrato vemos tras la diosa de la belleza, buen símbolo de la Vista. El estilo minucioso y detallista de Brueghel queda claramente patente en toda la serie, pero especialmente en esta escena, por la cantidad de detalles que se aprecian, tanto en los cuadros como en los demás objetos que se esparcen por el suelo. Las dos figuras recogen claramente el estilo de Rubens, cuya pincelada es más suelta. Toda la serie de los Cinco Sentidos estuvo colocada en el Alcázar de Madrid desde 1636, salvándose del incendio que destruyó el palacio de los Austrias en 1734.

Joven caballero / Vittore Carpaccio

Museo Thyssen Bornemisza, Madrid

Vittore Carpaccio
Aunque se desconoce la fecha exacta de ejecución, los especialistas consideran que este Joven caballero sería el primer retrato de cuerpo entero de la historia, inspirado en los santos que acompañan a las Madonnas en las Sagradas Conversaciones, tan habituales en los últimos años del Quattrocento. También desconocemos su identidad pero su pulida armadura, el jinete con lanza y el castillo del fondo indican que estamos ante un militar, especulándose el nombre de Francesco María della Rovere, futuro marqués de Urbino. La figura se inserta perfectamente en el paisaje, interesado Carpaccio en la perspectiva y en los minuciosos detalles de la vegetación, inspirada en el mundo flamenco. La iluminación empleada es característica de la Escuela veneciana, especialmente de Giovanni Bellini y Antonello da Messina.

Campo de San Roque / Canaletto

Galería de Arte de la Abadía de Woburn, Inglaterra

Canaletto
Canaletto optó de forma consciente por un ambiente muy iluminado y una perspectiva estructurada, a fin de que la plaza con el edificio de la Escuela de San Roque pareciera más espaciosa de lo que en realidad era. Para ello llevó a cabo diversos croquis desde lugares distintos, con los que logró una unidad natural muy efectiva. Esta forma de representación sintética es típica del pintor y alcanzó un gran reconocimiento en Europa.

domingo, 20 de enero de 2013

La hospitalidad de san Julián / Cristofano Allori

Galería Palatina, Palacio Pitti, Florencia

Cristofano Allori
Este cuadro constituye una de las obras más hermosas de Allori. Reproduce un episodio poco representado de la leyenda de san Julián el Hospitalario. Después de haber matado a sus padres por ignorancia, el santo dedicó su vida a socorrer a los peregrinos y construyó un albergue para ellos. En una noche de tormenta ayudó a cruzar el río a un enfermo que resultó ser Jesús. Quien le anunció el fin de su penitencia.

La primavera / Giuseppe Arcimboldo

Museo del Louvre, París

Giuseppe Arcimboldo
Arcimboldo configuró la alegoría de La primavera, perteneciente a la serie de Las cuatro estaciones, con un gran número de flores y hojas. Las formas de las plantas le sirvieron para modelar el cuerpo, y los colores, para matizar y contrastar la obra.

Retablo de la Eucaristía / Dierick Bouts el Viejo

Colegiata de San Pedro, Lovaina

Dierick Bouts el Viejo
El famoso retablo de la Eucaristía, que incluye la Última Cena, fue un encargo de la hermandad del Santísimo Sacramento. A diferencia de las representaciones tradicionales, Bouts eligió para la tabla central el momento de la consagración de la sagrada forma. La estructura simétrica crea una calma devocional. Como ampliación del tema, en las tablas laterales aparecen escenas del Antiguo Testamento: el encuentro de Abraham con Melquisedek, el banquete pascual, la caída del maná y la comida de Elias en el desierto.

sábado, 19 de enero de 2013

El invierno / Giuseppe Arcimboldo

Museo del Louvre, París

Giuseppe Arcimboldo
Este cuadro pertenece al ciclo de Las cuatro estaciones, reproducido en múltiples ocasiones. La figura no surge de la combinación de distintos elementos, sino de las formas antropomorfas de un único tronco de árbol.

El cosmógrafo Sebastian Münster / Christoph Amberger

Gemaldegalerie, Berlín

Christoph Amberger
El sabio alemán y rector de la Universidad de Basilea (1488-1552) fue retratado poco antes de su muerte. El espacio apenas se insinúa a través de las sombras. La iluminación frontal, que acentúa la expresión meditabunda del rostro, resulta bastante insólita. Este tipo de iluminación, así como los colores muy brillantes, son rasgos típicos de las últimas obras de Christoph Amberger.

El rapto de Perséfone / Nicolo dell’Abbate

Museo del Louvre, París

Nicolo dell’Abbate
Bajo la influencia del arte holandés, Abbate alcanzó gran realismo, sobre todo en sus últimos cuadros de paisajes. Esta obra representa un episodio de la mitología griega. La hija de Zeus, Perséfone, es raptada por Hades, dios de las profundidades, mientras juega con las sirenas; Hades pretende convertirla en su esposa en el reino de los muertos.

viernes, 18 de enero de 2013

Autorretrato / Joan Miró

Museo Picasso, París

Joan Miró
En el invierno de 1919, Miró realizó esta pintura, en la cual se nos presenta según su propia mirada, plasmando lo que el espejo le muestra, sin aditamentos ni subterfugios. Su mirada franca, la frente ancha, enmarcada por el pelo, la boca pequeña, nos dan razón de un personaje que a sus 26 años ya había tenido que bregar duramente para poder realizar su sueño de ser pintor. Habían pasado los primeros años de aprendizaje y muestra ya un bagaje artístico que es capaz de aunar y sintetizar formando un todo armónico. Podemos vislumbrar en este autorretrato las huellas de los frescos románicos del Pirineo en el rostro, y una sutil transmutación de los análisis cubistas en los diversos planos que conforman la camisa. Prescinde ya del fondo y se expresa libremente con el color.

Ángelus de Gala / Salvador Dalí

Museo de Arte Moderno de Nueva York

Salvador Dalí
Salvador Dalí conoce a Gala en 1929, tras el período surrealista. Gala es la mujer de Paul Eluard, y el encuentro provoca un giro radical en la vida del artista. Dalí le declara su amor y ella se convierte en su musa inspiradora y en la protagonista de numerosos retratos. La adhesión a un estilo realista es, como en Magritte, solo un pretexto para afrontar temas típicos del surrealismo, como el inconsciente o el doble, un medio para acentuar la sensación de extrañamiento y turbación y proyectar la escena en una dimensión onírica. El artista adopta una técnica pictórica que plasma minuciosamente la realidad, pero un elemento altera de manera radical la percepción de la obra introduciendo un componente de irracionalidad. La figura femenina, de hecho, está desdoblada: en primer plano aparece de espaldas, mientras que el rostro y las manos pueden verse en su doble, que aparece frente a ella en segundo plano. Paredes desnudas, a excepción de la presencia de un cuadro enmarcado: el Ángelus de Millet, en el que dos labradores han interrumpido sus labores para rezar el ángelus.

Gaseados / John Singer Sargent

Imperial War Museum, Londres

John Singer Sargent
Durante la Primera Guerra Mundial el artista es enviado al frente por el Brítish War Memorial Committee: es entonces cuando realiza una serie de obras intensamente dramáticas que tienen como tema las trincheras. En agosto de 1918, en el camino hacia Arras, en Francia, Sargent ve un grupo de soldados víctimas de un ataque con gases. Nace así esta monumental tela en la que muestra las terribles consecuencias de las armas químicas sobre los militares supervivientes. Los hombres, representados como en una procesión, se recortan contra un cielo cuyo color recuerda el del mismo gas: un testimonio que comunica de modo extraordinariamente intenso todo el poder devastador de la Primera Guerra Mundial.

martes, 15 de enero de 2013

El beso / Gustav Klimt

Ósterreichische Museum, Viena

Gustav Klimt
Esta pintura, obra maestra del artista y síntesis de su «período de oro», es atentamente estudiada por los representantes de El Jinete Azul, que ven en ella una anticipación de sus investigaciones poéticas. El beso es para Klimt el símbolo del amor puro y del abandono al otro. El tema aparece ya en 1902 en el panel del friso de Beethoven que representa El anhelo de felicidad que se aplaca en la poesía. El mismo motivo es reproducido por Klimt es uno de los mosaicos realizados entre 1905 y 1909 para el comedor del palacio de Adolf Stocklet en Bruselas.

El billar / Louis-Léopold Boilly

Museo del Ermitage, San Petersburgo

Louis-Léopold Boilly
El artista no se cansó de plasmar escenas íntimas, como esta reunión de distintos grupos de figuras. Una de las características de la pintura de Boilly es el brillo plateado de la superficie. En este cuadro llama la atención la delicada ejecución de la indumentaria de la época Imperio.

Muchacha con cofia - Girl with Hood - Egon Schiele

Muchacha con cofia - Girl with Hood - Egon Schiele - Colección particular - La obra forma parte de una serie de acuarelas que retratan muchachas de la calle, que aceptan posar para Schiele por unas monedas o un puñado de dulces. Son retratadas con extraordinaria y conmovedora naturalidad, que revela la aguda sensibilidad introspectiva del artista.
Colección particular
1910
Acuarela sobre papel

La obra forma parte de una serie de acuarelas que retratan muchachas de la calle, que aceptan posar para Schiele por unas monedas o un puñado de dulces. Son retratadas con extraordinaria y conmovedora naturalidad, que revela la aguda sensibilidad introspectiva del artista.


Obras de:
Egon Schiele
Autorretrato con los dedos extendidos Muchacha con cofiaRetrato de Guido Arnot
Retrato del pintor Antón Peschka





Diversión invernal - Winter Fun - Hendrick Van Avercamp

Diversión invernal - Winter Fun - Hendrick Van Avercamp - Mauritshuis, La Haya. A diferencia de Pieter Brueghel el Viejo, Avercamp se alejó considerablemente en sus paisajes de la pintura de género. En este cuadro, por ejemplo, muestra la diversión de aldeanos sencillos y de ciudadanos elegantes, sin entrar en contenidos morales o proverbiales. Sus escenas invernales destacan por su carácter atmosférico, por la frialdad del aire y de la luz, y por la comedida unidad tonal de los elementos pictóricos.
Mauritshuis, La Haya
1610
36 x 71 cm. Óleo sobre tabla

Hendrick Van Avercamp
A diferencia de Pieter Brueghel el Viejo, Avercamp se alejó considerablemente en sus paisajes de la pintura de género. En este cuadro, por ejemplo, muestra la diversión de aldeanos sencillos y de ciudadanos elegantes, sin entrar en contenidos morales o proverbiales. Sus escenas invernales destacan por su carácter atmosférico, por la frialdad del aire y de la luz, y por la comedida unidad tonal de los elementos pictóricos.

Curación del ciego / El Greco

Galería Nacional, Parma

El Greco
El cardenal Alejandro Farnesio será el propietario de esta escena, realizada por Doménikos durante su estancia en Roma por encargo del eclesiástico. Ya había trabajado en una obra similar en Venecia, manteniendo en ésta las líneas básicas. Emplea una plataforma en primer plano, sobre la que se sitúan las figuras; los edificios se mueven hacia el fondo, formando una diagonal como ya había hecho Tintoretto en el Lavatorio del Museo del Prado. Esta composición arquitectónica sirve como telón de fondo a la imagen. Los grupos se organizan adecuadamente, dejando un espacio central para que podamos apreciar el efecto de perspectiva. Gracias al contacto con los manieristas romanos introduce novedades como el fuerte cambio de escala entre el primer plano y el fondo - creando sensación de irrealidad -, la gesticulación excesiva del grupo de ancianos de la derecha o la aparición de un joven de espaldas semidesnudo, en primer plano - demostrando en la patria del dibujo, Roma, su conocimiento de la anatomía y su dominio del escorzo -. Las citas clásicas están también presentes: el joven semidesnudo recuerda el Hércules Farnesio y el rostro barbado como homenaje al Laocoonte. La asimilación del lenguaje manierista por parte de Doménikos hace que esta imagen sea comparable al Martirio de San Mauricio de El Escorial. En la zona de la izquierda aparecen dos figuras vestidas a la usanza de la época renacentista, considerándose como retratos de miembros de la familia Farnesio, o incluso uno de ellos un autorretrato, incidiendo de esta manera en la idea de que esta obra es una especie de "manifiesto pictórico", donde demuestra todas las influencias que ha asimilado para crear un estilo propio.

El jardinero (Retrato con hortalizas) / Giuseppe Arcimboldo

Museo Cívico, Cremona

Giuseppe Arcimboldo
Esta obra pertenece al grupo de Figuras grotescas. Arcimboldo las concibió de manera que al ponerlas cabeza abajo arrojaran una imagen distinta. Así, el cuadro del jardinero se transforma en un cuenco con verduras.

martes, 8 de enero de 2013

Aníbal y su ejército cruzan los Alpes - Hannibal and his army crossing the Alps - Joseph Mallord William Turner

Aníbal y su ejército cruzan los Alpes - Hannibal and his army crossing the Alps - Joseph Mallord William Turner - Tate Gallery, Londres. La travesía de los Alpes con elefantes es el episodio más famoso y recordado de las hazañas de Aníbal. Todas las fuentes coinciden en el hecho de que este logró pasar de Francia a Italia superando el obstáculo natural de los Alpes, aunque allí perdió a la mayoría de los elefantes. El pintor inglés Turner se detiene en esta travesía y, con espíritu romántico, pone en evidencia la desproporción entre el grupo de hombres que se afanan y la formidable tempestad de nieve, cuya turbulencia simboliza la precariedad del destino humano. «Astucia, traición y engaño; las fuerzas de los salasses se abaten sobre la retaguardia extenuada», escribe Turner sobre la escena representada en el cuadro. Así, los guerreros que se ensañan con las víctimas del primer plano son de la tribu de los salasses, una antigua población alpina que peleó contra el ejército de Aníbal. A su lado se ve un elefante abatido. En medio de la tormenta y los torbellinos asoma un pálido sol, que ilumina un amplio valle; es Italia, la meta de Aníbal. Las tropas de retaguardia avanzan en la neblina con aire poco marcial; un soldado intenta iluminar el camino con una antorcha, y las enseñas, orgullo de los ejércitos antiguos, han quedado en segundo plano.
Tate Gallery, Londres
1812
146 x 237 cm. Óleo sobre lienzo

Joseph Mallord William Turner
La travesía de los Alpes con elefantes es el episodio más famoso y recordado de las hazañas de Aníbal. Todas las fuentes coinciden en el hecho de que este logró pasar de Francia a Italia superando el obstáculo natural de los Alpes, aunque allí perdió a la mayoría de los elefantes. El pintor inglés Turner se detiene en esta travesía y, con espíritu romántico, pone en evidencia la desproporción entre el grupo de hombres que se afanan y la formidable tempestad de nieve, cuya turbulencia simboliza la precariedad del destino humano. «Astucia, traición y engaño; las fuerzas de los salasses se abaten sobre la retaguardia extenuada», escribe Turner sobre la escena representada en el cuadro. Así, los guerreros que se ensañan con las víctimas del primer plano son de la tribu de los salasses, una antigua población alpina que peleó contra el ejército de Aníbal. A su lado se ve un elefante abatido. En medio de la tormenta y los torbellinos asoma un pálido sol, que ilumina un amplio valle; es Italia, la meta de Aníbal. Las tropas de retaguardia avanzan en la neblina con aire poco marcial; un soldado intenta iluminar el camino con una antorcha, y las enseñas, orgullo de los ejércitos antiguos, han quedado en segundo plano.


Obras de:
Joseph Mallord William Turner
Agripina llega con las cenizas de Germánico Aníbal y su ejército cruzan los AlpesCerca de Venecia
Dido construye Cartago El castillo de CarnarvonEl Gran Canal de Venecia
El muelle viejo de Brighton El Temerario remolcado al dique secoLa batalla de Trafalgar, vista de los obenques del palo de mesana a estribor del Victory
La escollera de Calais La guerra. El exiliado y la lapaLa paz. Funerales en el mar
La travesía del arroyo Lluvia, vapor y velocidadNegreros arrojando por la borda a muertos moribundos. Llega un tifón
Pescadores en el mar RéguloRichmond Hill en el cumpleaños del Príncipe Regente
Tempestad de nieve Tormenta de nieve en el valle de AostaUlises se burla de Polifemo


Autorretrato / El Greco

Metropolitan Museum de Nueva York

El Greco
Los especialistas consideran que este lienzo estaría realizado hacia 1595, por lo que Doménikos tendría unos 55 años, edad ligeramente avanzada para su época - recordemos que el emperador Carlos V fallecía a los 58 años - en un momento de máxima creatividad y fama tras haber realizado el Entierro del señor de Orgaz. Siguiendo los modelos de Tiziano y Tintoretto contemplados en Venecia, El Greco se interesa por captar su propia alma, destacando sus inteligentes y despiertos ojos y la mirada directa, penetrante. Viste una pelliza con cuello de piel y una pequeña gorguera, habitual en la moda del momento. La pincelada rápida empleada no se detiene en detalles superfluos sino en la cabeza, magistral ejemplo de la retratística grequiana, creando ese soberbio clima de intimidad característico de sus retratos.

Bosque / John Constable

Art Gallery of Ontario, Toronto

John Constable
Esta pintura al óleo fue probablemente realizada en Helmingham Park, en julio de 1800, o pocos meses después, con la ayuda de los esbozos realizados durante su estancia en ese lugar. A diferencia de Turner, niño prodigio, el crecimiento artístico de Constable fue lento y gradual; en los primeros años en la Academia no mostró ninguna dote particular o un talento superior al de sus coetáneos. En definitiva, sus años de estudio en Londres no fueron particularmente significativos y en 1802 el artista decidió regresar a East Bergholt.

martes, 1 de enero de 2013

Duelo de Mujeres / José de Ribera

Museo del Prado

José de Ribera
Ribera no sólo realiza a lo largo de su carrera las escenas de martirio de santos con las que ha pasado a la posteridad. En alguna ocasión pintó hechos curiosos de su tiempo como en la Mujer barbuda o en el Combate de Mujeres que aquí nos ocupa. Recoge un episodio muy comentado en el ambiente napolitano: un duelo entre dos mujeres (1552) ante la presencia del virrey español, el Marqués del Vasto. Isabella da Carazzi y Diambra de Pettinella combatieron por el amor de un hombre, Fabio de Zeresola. Esta noticia atrajo a un gran número de espectadores, que Ribera sitúa al fondo de la composición. Desconocemos por qué el maestro recogió en este lienzo un hecho que había tenido lugar hacía más de 80 años; posiblemente, como una crítica a los frecuentes duelos de honor que se disputaban en la sociedad napolitana o por lo anecdótico del suceso, que lo hacía ser aún recordado. También se baraja la posibilidad de la representación de un combate entre la virtud y el vicio con fines moralizantes. Ambas damas aparecen en primer plano en plena disputa, lo que ha provocado que una caiga herida al suelo. Sus ropajes y rostros recuerdan los de la Grecia clásica, como si el maestro quisiera avisarnos del cambio que va a producirse en su estilo respecto a obras iniciales - como el Santiago el Mayor - ahora más colorista y luminoso. Las figuras de los espectadores del fondo están desdibujadas por el efecto del polvo levantado en el combate, dando así una sensación atmosférica muy estimada por la Escuela veneciana del Renacimiento.

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