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martes, 26 de noviembre de 2013

Atalanta e Hipomenes / Guido Reni

Galería Nacional de Capodimonte

Guido Reni
El tratamiento luminoso de los desnudos es de filiación caravaggiesca, si bien el tenebrismo aparece endulzado con una riqueza de medias tintas que concede a los cuerpos una morbidez especial. En el fondo oscuro se advierten masas arbóreas y un pretil o balaustrada que permite ver, a ambos lados de los personajes principales, grupos de hombres bañados por una luz mortecina; la distancia los reduce al tamaño de figurillas.

Adoración de los Reyes / Fra Angélico y Fra Filippo Lippi

National Gallery of Art, Washington

Fra Angélico y Fra Filippo Lippi
El autor de la invención fue, sin duda alguna, Fra Angélico. A él se deberá la traza general de la composición, así como las figuras principales de primer término, o sea, el grupo centrado por la Virgen y el Niño. Lo más verosímil es que él hubiera comenzado el trabajo cuando en 1445 fue llamado a Roma y la tabla quedara en Florencia, confiada a Fra Filippo. 
A Fra Angélico se deberá el concepto de la obra, con esa hábil adaptación de la composición a la forma circular mediante las multitudes que entran por el arco de la izquierda y que se alinean, a la derecha, a lo largo de la muralla para enlazar con el grupo principal como una guirnalda humana. También serán de él ciertas alusiones simbólicas de mentalidad medieval, como el pavo real, emblema de la inmortalidad, sobre el tejado del portal de Belén. En cambio, habrá que atribuir a Lippi la animada expresividad de las gentes, la observación de lo anecdótico, los desnudos renacentistas de esos atletas que se encaraman sobre los muros ruinosos.

El salón azul en Trent Park / Winston Churchill

Museo de Sao Paulo

Winston Churchill
Winston Churchill es un personaje de la historia política contemporánea que dedicó buena parte de su actividad a la pintura, entendiéndola en el más puro sentido del hobby anglosajón. Ello no es óbice para que sus obras, como esta, alcancen un nivel de interés suficiente como para figurar entre las colecciones de un museo. Este cuadro revela en el famoso estadista un profundo conocimiento de la pintura intimista francesa y, sin duda, el metódico estudio de la escuela neerlandesa del siglo XVII, de la que es tributario el concepto de iluminación de la estancia que han descrito sus pinceles.

lunes, 18 de noviembre de 2013

Autorretrato con cigarrillo / Edvard Munch

Nasjonalgalleriet, Oslo

Edvard Munch
Munch se presenta en este autorretrato de tres cuartos, vestido elegantemente y pensativo. Se trata de la estampa de un hombre que acaba de cumplir 32 años, más maduro y equilibrado, pero con un rastro de amargura. El autor fija así la atención del espectador no en lo que lo rodea, sino en lo que le está pasando al pintor por la cabeza, haciendo hincapié, una vez más, en su mundo interior. Este cuadro se debe considerar como un punto de partida de las concepciones expresionistas que aparecerán en las obras posteriores de Munch. Aquí, la figura y el entorno se confunden; ambos penetran en el terreno del otro en un recorrido de ida y vuelta, en el que dos aspectos opuestos se engullen mutuamente para crear una unidad. El suave flujo de los contornos y de la parte superior del cuadro se sitúa en un espacio en el que no hay profundidad, pero que destaca el recorrido de los colores: el azul, presente en el centro, se va convirtiendo poco a poco en verde, para cambiar, sutilmente, al marrón. Los trazos más destacados los concentra el pintor en manos y cara. No es casualidad, ya que la mano del pintor, con la que ejecuta sus pinturas, ocupa el centro geométrico del cuadro y se relaciona con el rostro del artista. Munch trabaja esta pintura con espontaneidad y deja que el óleo cree formas caprichosas en la superficie del lienzo que, a su vez, crean efectos ópticos y aportan más dinamismo a la composición. 
El humo del cigarrillo que fuma el pintor en el cuadro no es un capricho del artista. Además de dar información sobre su personalidad, el humo da una sensación de unidad a toda la composición. Los tonos azulados que envuelven la figura, proponen un juego de contrastes que aportan profundidad y movimiento a un lienzo que está trabajado con una paleta oscura, a excepción del rostro y la mano.

Parábola de los ciegos / Pieter Brueghel el Viejo

Galería Nacional de Capodimonte

Pieter Brueghel el Viejo
El tema del cuadro está inspirado en las palabras del Evangelio de san Mateo (XV, 14): "… si un ciego guía a otro ciego, caerán juntos en la misma fosa." La comitiva, compuesta por seis individuos, camina hacia el curso de un riachuelo, en el que caen los dos hombres de vanguardia. Cada personaje ha sido caracterizado con extraordinario detalle, complaciéndose el pintor en describir los distintos tipos de ceguera. Por su condición de mendigos y vagabundos, llevan los caminantes objetos tales como una zanfonía, escudillas, bolsas y faltriqueras. Sus indumentarias son heterogéneas y andrajosas. Un examen en detalle muestra la técnica de ejecución a base de pinceladas paralelas que construyen los efectos de modelado y textura. El paisaje, poblado por varias casas y una iglesia, posee una luz invernal y grisácea que funde los contornos de las formas.

Retrato del poeta Hanvin / Giovanni Boldini

Museo de Sao Paulo

Giovanni Boldini
Este retrato constituye un ejemplo del procedimiento de pintura fácil y económica en cuyo efecto final participa la tonalidad del soporte de cartón, visible en amplias zonas no cubiertas por la pincelada. Por su concepto realista, esta obra revela asimismo la admiración del artista italiano por la obra de Manet.

viernes, 8 de noviembre de 2013

La voz (Sueño de una noche de verano) / Edvard Munch

Museo Munch, Oslo

Edvard Munch
La voz representa, de alguna manera, la contrapartida lírica del dramatismo latente en El grito, que el artista realizó el mismo año. Se sostiene en una composición armónica, libre de la ansiedad que caracteriza las obras de Munch en esta época. Pero, a similitud de El grito, la acción es interna y la naturaleza se convierte en una espectadora del pensamiento humano. Munch sitúa en la playa a una joven, vestida de blanco, que parece estar soñando despierta; la luz, que proviene del fondo del cuadro, alude a los largos días de verano en los que el sol apenas se oculta unas horas. Diez árboles conforman la escala visual y crean líneas verticales que dan un equilibrio firme, pero no rígido. Y es que los árboles también son testigos mudos del momento que registra Munch, como también lo son los barcos y sus ocupantes, tras el hombro derecho de la joven. La voz interior de la protagonista, sus pensamientos y sus sueños, son el claro motivo del lienzo.

Yvonne Printemps y Sacha Guitry - Édouard Vuillard

Yvonne Printemps y Sacha Guitry / Édouard Vuillard, Museo de Sao Paulo. Espléndido ejemplo de cómo un ambiente puede determinar la narración pictórica y las relaciones entre los personajes. La obra se halla compuesta con cierto criterio fotográfico que contribuye a subrayar la instantaneidad de la acción descrita. La figura femenina se dirige hacia el famoso dramaturgo y actor, quien, para escucharla, se inclina sobre el antepecho del palco. El color, empastado en toques vibrantes y generosos, es factor fundamental para la obtención del efecto de semipenumbra propio del interior de un teatro. Cristo, modern art, contemporary art, Cuadros, Madrid, Art gallery, Obras maestras, Pintura, Escultura, Poesía, Artistas universales, Museos importantes, Museo del Prado, D'Orsay, Louvre, National Gallery, Italia, París, Londres, Renacimiento, Barroco, Impresionismo, New York, Florencia, Moscú, Museo del Arte.
Museo de Sao Paulo
1917
63 x 89 cm. Óleo sobre papel

Édouard Vuillard
Espléndido ejemplo de cómo un ambiente puede determinar la narración pictórica y las relaciones entre los personajes. La obra se halla compuesta con cierto criterio fotográfico que contribuye a subrayar la instantaneidad de la acción descrita. La figura femenina se dirige hacia el famoso dramaturgo y actor, quien, para escucharla, se inclina sobre el antepecho del palco. El color, empastado en toques vibrantes y generosos, es factor fundamental para la obtención del efecto de semipenumbra propio del interior de un teatro.



Obras relacionadas:
Madame Arthur Fontaine

Nacimiento de san Esteban, Retablo de Granollers - Hermanos Vergós

Nacimiento de san Esteban, Retablo de Granollers / Hermanos Vergós - Museo de Arte de Cataluña - Naixement de Sant Esteve. Las figuras vestidas con gran riqueza manifiestan la madurez de su autor que recoge con precisión los brocados y los tejidos de lujo, los pavimentos alicatados, los muebles y otros objetos accesorios que acompañan a los personajes de la escena.
Museo de Arte de Cataluña
1495-1500
192 x 113 cm. Temple y dorado con pan de oro sobre madera

Hermanos Vergós
Las figuras vestidas con gran riqueza manifiestan la madurez de su autor que recoge con precisión los brocados y los tejidos de lujo, los pavimentos alicatados, los muebles y otros objetos accesorios que acompañan a los personajes de la escena.

domingo, 3 de noviembre de 2013

El Grito / Edvard Munch

Nasjonalgalleriet, Oslo

Edvard Munch
Esta pintura, la más famosa de Munch, ha sido reproducida hasta la saciedad, empezando por los pintores del pop-art como Andy Warhol, hasta su completa desacralización, gracias a la realización de máscaras a partir del protagonista del cuadro que se han empleado en películas como Scream. Esta desacralización sólo se puede entender a partir de la fama que logró el lienzo, cuya angustia vital está presente en cada uno de los colores y trazos que lo componen y que la ha hecho célebre porque es, sobre todo, una pintura que trasmite una emoción a la que pocas personas pueden permanecer ajenas. Pero los elementos exteriores no son suficientes para explicar este lienzo, en el que una figura, que puede ser un hombre -¿el propio pintor?- o una mujer, presa del pánico mira hacia el espectador chillando su miedo mientras se apoya en la barandilla de un puente que no tiene fin. La figura se tapa los oídos y da la espalda al sol, a la naturaleza, a la gente, quizá porque todo parece estar en su contra. Al dar la espalda y gritar hacia el espectador, nos está hablando de su dramática soledad, porque en esa postura no puede ver la silueta de una iglesia en la lejanía, o los barcos, aumentando así la sensación de total aislamiento. Completamente alejada de la realidad, sucumbe ante el horror que viene de dentro. Munch compuso con El grito su primera obra completamente expresionista, donde el equilibrio formal queda en un segundo plano. El pintor emplea, a propósito, una paleta naturalista: el agua es azul, la tierra la trabaja en un marrón rojizo, el cielo es naranja, el paisaje es verde..., pero todo de mucha intensidad, evitando arbitrariedades que restaran plausibilidad a los colores. A su vez, esta combinación cromática crea unos fuertes contrastes que incrementan el dramatismo del tema. Y es que a pesar de la intensidad del color, el cuadro no deja de tener una profunda atmósfera de tristeza que está muy relacionada con la forma en que el pintor entremezcla con la pincelada las distintas partes de las que se compone el cuadro: el mar y el cielo se confunden en el horizonte con suaves líneas onduladas que dan movimiento, ritmo que continúa, siempre de forma ondulante, con el agua sinuosa que penetra en la tierra. Los colores de la orilla se diluyen y se confunden creando una sensación de continuidad que sólo se rompe por las vigorosas líneas rectas que marcan la diagonal más fuerte del cuadro, que define el puente sobre el que pasean algunas figuras. Munch siempre tuvo una salud muy frágil. En 1892 estuvo convaleciente en Niza, y en esa ciudad de la Costa Azul escribió en su diario unas notas que aclaran el origen de este cuadro: «Iba caminando con dos amigos por el paseo -el sol se ponía-, el cielo se volvió de pronto rojo, yo me paré; cansado, me apoyé en una baranda -sobre la ciudad y el fiordo azul oscuro no veía sino sangre y lenguas de fuego-, mis amigos continuaban su marcha y yo seguía detenido en el mismo lugar temblando de miedo, y sentía que un alarido infinito penetraba toda la naturaleza».

sábado, 2 de noviembre de 2013

Madonna con dos ángeles / Sandro Botticelli

Galería Nacional de Capodimonte

Sandro Botticelli
La composición es muy típica del maestro, con la Virgen situada al lado derecho y recibiendo al Niño que es sostenido por dos ángeles. Las figuras se hallan encerradas por un muro en ángulo coronado por una moldura de mármol, tras el cual se despliega un paisaje montuoso en el que algunos cipreses ponen un toque de verticalidad. Los personajes presentan un modelado de calidades escultóricas que concede, a la vez, una tonalidad nacarada a la epidermis. Botticelli ha establecido una distinción de planos tratando en sombra el rostro en perfil del primer ángel.

La Transfiguración del Señor / Giovanni Bellini

Galería Nacional de Capodimonte


Giovanni Bellini
La composición se halla centrada por la figura de Cristo y los profetas, quienes reciben una iluminación sobrenatural que modela sus formas con nitidez escultórica. Los apóstoles, que tendidos en el suelo contemplan el milagro, responden a un tratamiento más sordo, sus ropajes y carnaciones compuestos por tonos ocres que se integran en las gamas del paisaje circundante. Al fondo se despliega un panorama de montañas pobladas por diversas construcciones, bajo un celaje con nubes de tipos muy .distintos. En las lejanías aparecen caminantes y pastores. La preocupación por describir los infinitos términos del espacio lleva a Bellini a situar en primer término el tronco de un árbol seco y una barandilla, formada por palos, que protege el abrupto desfiladero que se abre junto al camino. En uno de sus soportes existe un cartellino con la firma del pintor. Este recurso escenográfico sirve como referencia para valorar las distancias que existen entre los sucesivos planos de la composición.

Madonna - Meliore Toscano

Madonna - Meliore Toscano - Art Institute de Chicago. La efigie mariana aparece en actitud totalmente frontal, sus manos abrazando al infante, cuyo rostro se halla en tres cuartos de perfil; lleva éste un pergamino en la mano izquierda, mientras que la diestra esboza un gesto bendicente. Los pliegues del manto azul de la Virgen forman líneas ojivadas en torno al Niño. Para realzar la representación, el artista creó un fondo dorado del que no subsiste más que su preparación rojiza. También aplicó el pan de oro al halo y manto del Niño, zonas en las que el desgaste producido por limpiezas abusivas ha puesto en evidencia la capa de pigmento verdoso subyacente. El elemento más característico de la personalidad del autor de esta tabla es sin duda la manera rotunda con que delinea los rostros y manos de los personajes, sirviéndose de un trazo enfático que recuerda la pintura mural y el mosaico.
Art Institute de Chicago
1270
82 x 48 cm. Temple sobre tabla

Meliore Toscano
La efigie mariana aparece en actitud totalmente frontal, sus manos abrazando al infante, cuyo rostro se halla en tres cuartos de perfil; lleva éste un pergamino en la mano izquierda, mientras que la diestra esboza un gesto bendicente. Los pliegues del manto azul de la Virgen forman líneas ojivadas en torno al Niño. Para realzar la representación, el artista creó un fondo dorado del que no subsiste más que su preparación rojiza. También aplicó el pan de oro al halo y manto del Niño, zonas en las que el desgaste producido por limpiezas abusivas ha puesto en evidencia la capa de pigmento verdoso subyacente. El elemento más característico de la personalidad del autor de esta tabla es sin duda la manera rotunda con que delinea los rostros y manos de los personajes, sirviéndose de un trazo enfático que recuerda la pintura mural y el mosaico.

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