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martes, 31 de diciembre de 2013

Diana de Poitiers / Escuela de Fontainebleau

Museo de Basilea

Escuela de Fontainebleau
La obra muestra el interior de una habitación palaciega sumida en la penumbra, al fondo de la cual se abre una ventana a cuyo pie una doncella, arrodillada y de espaldas, parece ordenar el contenido de un arcón. En el lado derecho se aprecia un sitial y un gran lecho con dosel. La modelo, retratada en más de medio cuerpo, se halla ante una mesa o tocador sobre la que figuran un cojín, un joyero que contiene varios collares, un peine de marfil y un espejo cuyo pie está formado por una pareja unida en estrecho abrazo; en él se refleja también la imagen de la dama. Su efigie principal aparece con el cuerpo de frente y el rostro en tres cuartos de perfil. Viste tan sólo un peinador transparente, ceñido al cuello, y se adorna con sartas de perlas en el cabello, pendientes, dos collares y pulseras; lleva un anillo en el dedo meñique de la mano diestra y sostiene otro entre el índice y pulgar de la misma.

Henrik Ibsen en el Grand Café / Edvard Munch

Colección particular

Edvard Munch
La producción literaria del dramaturgo Henrik Ibsen ejerció una gran influencia en la obra pictórica de Munch. Ambos artistas mantuvieron no sólo una estrecha relación de amistad y admiración, sino que además llegaron a colaborar. El pintor realizó decorados para algunas obras teatrales de Ibsen, así como el programa de mano de algunas otras. Según una historia que corría por Cristianía hacia finales del siglo XIX, Munch se había instalado en el Grand Hotel de la ciudad, cuyo café era el punto de encuentro de la intelectualidad local. Al parecer, una de esas tardes el pintor tuvo un problema con uno de los camareros. Munch se acercó a Ibsen, que siempre se sentaba en el mismo sitio, para preguntarle qué opinaba... Y el dramaturgo tomó partido por el camarero. Ambos se enfadaron y el pintor se despidió de él con «hasta la próxima». Pero esa «próxima vez» nunca llegó, porque el escritor cayó enfermo y murió poco después. Con su estilo característico, Munch rinde homenaje a Ibsen en el Grand Café, y lo dibuja sentado contra su ventana, ocupando las tres cuartas partes del lienzo, quizá como símbolo de la grandeza creativa del escritor. Su rostro parece relajado mientras observa al espectador desde su lugar de honor. Munch retrató a Ibsen de memoria.

El abrazo ante la Puerta Dorada / Konrad Witz

El abrazo ante la Puerta Dorada / Conrad Witz, Museo de Basilea, Le preocupa al artista describir la realidad corpórea tridimensional, de las figuras y los objetos, propósito para el que el procedimiento pictórico ofrece el recurso del claroscuro. La composición denota, además, experiencias perspectivas muy avanzadas, la búsqueda de líneas de fuga que puedan dar al escenario dimensión espacial. Cristo, modern art, Barroco, Barcelona, Madrid, España, Obras maestras, Pintura, Escultura, Poesía, Artistas universales, Museos importantes, Obras maestras. Pintura, Escultura, Poesía, Artistas, Museo del Prado, D'Orsay, Louvre, National Gallery, Madrid, Italia, París, Londres, Renacimiento, Barroco, Impresionismo, Poesía, New York, Florencia, Moscú, Museo del Arte.
Museo de Basilea
1440
156 x 120 cm. Temple sobre tabla

Konrad Witz
Le preocupa al artista describir la realidad corpórea tridimensional, de las figuras y los objetos, propósito para el que el procedimiento pictórico ofrece el recurso del claroscuro. La composición denota, además, experiencias perspectivas muy avanzadas, la búsqueda de líneas de fuga que puedan dar al escenario dimensión espacial. Pero con ello contrasta el tradicionalismo en el empleo de fondos y aureolas doradas que limitan toda posibilidad de representación paisajística. En esta tabla ha desarrollado Witz un personal gusto por lo ornamental; un examen en detalle muestra en el fondo el trazado de motivos florales regidos por una norma de simetría, motivos que han sido copiados de las telas labradas en oro. Las aureolas, por su parte, contienen el nombre de los personajes, inscrito en grandes caracteres góticos. 
Analizando la técnica de ejecución, observaremos que la aplicación de los colores al temple se realizó con notable insistencia, acumulando el pigmento hasta lograr las deseadas gradaciones de claroscuro. Ciertos elementos, como la mano de san Joaquín, han sido subrayados por densas sombras y perfilados con líneas luminosas.

lunes, 30 de diciembre de 2013

Retrato de Giulio Clovio / El Greco

Galería Nacional de Capodimonte

El Greco
El modelo aparece en busto, con un libro miniado en la mano izquierda, y ante una ventana por la que se divisa un paisaje con árboles y cielo agitado. El anciano miniaturista posee una fisonomía de nobles rasgos, y manos ágiles y afiladas. En el estilo del retrato, ejecutado el mismo año de la llegada del Greco a Roma, se advierte una fuerte influencia de Tiziano.

Gólgota / Edvard Munch

Museo Munch, Oslo

Edvard Munch
En el contexto del evolucionismo y movimientos filosóficos como el positivismo se inscribe el desarrollo de este cuadro. Gólgota significa Calvario, el monte ubicado en las afueras de Jerusalén donde Jesucristo fue crucificado; ambas palabras significan «cráneo» o «calavera», lo que da a entender que dicho monte tenía esta forma, o bien que en él se encontraban apilados los esqueletos de otras ejecuciones. 
 Edvard Munch, al igual que muchos otros artistas, se sentía inquieto a causa de la época que le tocaba vivir. Este óleo sobre tela tiene una composición arriesgada, en la que la mitad superior, casi vacía, contrasta con la parte inferior, llena de formas y de color. El autor reinterpreta la iconografía cristiana para plasmar sus propios conflictos y las tensiones entre el individuo y la sociedad de una época tumultuosa, cuyos cambios económicos y tecnológicos derivarían en una reorientación social y un renovado interés espiritual.

David ante el rey Saúl / Rembrandt Harmenszoon van Rijn

Museo de Basilea

Rembrandt Harmenszoon van Rijn
Pequeña pintura al óleo sobre tabla, estudio preparatorio para una composición de mayores dimensiones. Rembrandt había trabajado en Ámsterdam junto a Pieter Lastman, autor que había importado de Italia el romanismo, amalgamado a un sentimiento colorista y a un gusto por la opulencia de la forma característicos de la escuela veneciana. La influencia es evidente en este cuadro, compuesto con un criterio teatral que opone una embocadura sombría y el grupo central de personajes, duramente iluminado por la luz solar. La paleta es vibrante; combina sin reparos tonos de valores muy diversos. Rembrandt muestra, en suma, una total reverencia por la manera de Lastman, cuya influencia se apagaría más tarde, al establecerse definitivamente el maestro en la ciudad de Ámsterdam.

sábado, 28 de diciembre de 2013

Las invenciones de los monstruos / Salvador Dalí

Arte Institute de Chicago

Salvador Dalí
Al enterarse de que el Art Institute de Chicago había comprado la obra, Dalí envió a su director, a modo de explicación, el siguiente telegrama: Satisfecho y honrado por su adquisición. Según Nostradamus, la aparición de monstruos presagia el estallido de una guerra. Este lienzo fue pintado en las montañas de Semmering, cerca de Viena, pocos meses antes del Anschluss (palabra alemana que, en un contexto político, significa 'unión', 'reunión' o 'anexión', supuso la incorporación de Austria a la Alemania nazi el 12 de marzo de 1938 como una provincia del III Reich), y posee un carácter profético. Las mujeres a caballo representan monstruos del río maternal. La jirafa en llamas representa al monstruo masculino del apocalipsis cósmico. El ángel felino representa al monstruo divino heterosexual. El reloj de arena representa al monstruo metafísico. Gala y Dalí representan al monstruo sentimental. El perrito solitario no es un verdadero monstruo. Suyo afectísimo, Salvador Dalí.” Técnicamente, el cuadro es un excelente ejemplo del virtuosismo de un pintor que ha estudiado a los maestros pretéritos y sabe combinar el realismo más crudo con métodos de representación propios del arte contemporáneo, por ejemplo, en la realización del perro situado a la derecha, a base de una mancha monocromática de color corrido. Aporta esta obra una prueba de la genialidad escénica de su autor, capaz de crear con gran economía de medios un paisaje, entre desértico y costero, al que superpone elementos y figuras sometidos a una artificiosa perspectiva científica. En el centro aparece un altar presidido por el busto feminoide de un caballo ante el que se arrodilla un ángel. Cuyo rostro se desdobla con el del felino situado junto a la escultura. Sobre la mesa ha colocado el pintor dos objetos en escayola, un busto blando –como los relojes que realizaría años después- y una mano que sostiene un huevo. También la barra de pan situada entre ellos evoca otro de los símbolos favoritos del artista, quien hizo una famosa entrada en Nueva York acompañado por un cortejo de panaderos que portaba un pan de varios metros de longitud. Tratados en grisalla aparecen en el estanque del segundo plano figuras feminoides, a menudo en actitudes equívocas. Por último, la jirafa con el lomo en llamas parece desencadenar en el horizonte una secuela de fenómenos volcánicos que ponen en el cielo tonos incandescentes. Se trata, en suma, de una composición elaborada con frialdad intelectual, la cual, según habito de Dalí, pretende crear en el espectador un sentimiento de estupor y de admiración por la inventiva del maestro.

Danza de Salomé / Benozzo Gozzoli

National Gallery of Art, Washington

Benozzo Gozzoli
Representa el conocido relato de la muerte de san Juan Bautista, desarrollado a la manera medieval en tres episodios consecutivos, unificados dentro de una sola perspectiva. La escena principal es la danza de la muchacha ante Herodes y sus cortesanos, pero además se ve a la izquierda, en ámbito separado, la degollación del Precursor, mientras al fondo de la sala principal se repite la figura de Salomé arrodillada ofreciendo la cabeza cortada del santo a Herodías.

El beso / Edvard Munch

Museo Munch, Oslo

Edvard Munch
El tema central, como lo indica su título, es un beso atemporal, paralizado en el tiempo, en un momento de íntima tranquilidad que contrasta con la vida agitada de la ciudad que se cuela por la ventana. La luz azulada por efecto de la cortina conduce y reúne en una sola figura al hombre y la mujer, que se funden y mezclan en un beso apasionado en el que es imposible distinguir ningún rasgo, ninguna facción -salvo una oreja- porque toda la atención se funde de un personaje al otro, ausentes del mundo, del ruido y de la gente que pasea por la calle; es una pareja en total comunicación, en una magistral imagen pictórica que funde deseo, amor y pasión en una sola figura. Tan sólo unas cuantas pinceladas en rojo marcan los puños y los cuellos de las vestimentas, facilitando al espectador la distinción de las dos figuras entrelazadas. Edvard Munch trabaja en este lienzo con una paleta cromática muy acotada, pero que permite crear, más que un juego de sombras, un contraste de penumbras. La luz azulada que se filtra por la ventana invade, en primer término, la cortina para luego fundirse poco a poco con los tonos rojizos de la pared de la derecha; las pinceladas gruesas de la cortina dan continuidad y ritmo a toda la escena representada. Vale la pena recordar que en otra de las versiones de El beso, el pintor noruego dibuja a ambas figuras desprovistas de cualquier vestimenta, acentuando así más el momento apasionado que el lado romántico que a todas luces prima en este lienzo. Esta versión de El beso de Edvard Munch fue muy conocida en su época y sirvió de inspiración a otros artistas como Gustav Klimt, quien bautizó una de sus obras más famosas con el mismo título que ésta del pintor noruego.

martes, 3 de diciembre de 2013

Boulevard de Pontoise en Argenteuil, efecto de nieve / Claude Monet

Museo de Basilea

Claude Monet
La nieve fue siempre un tema de interés para los pintores impresionistas y en especial para Claude Monet, el más fiel a los principios de tal tendencia. La composición adopta un punto de vista frecuente en la obra de Sisley y se halla asimismo inspirada por la de Courbet. En cuanto a la técnica, cabe reconocer una evidente despreocupación, espontaneidad en el empaste e interés exclusivo por la captación de los efectos generales; en este caso, la radical transformación del paisaje bajo las condiciones climatológicas invernarles.

Autorretrato. El caminante nocturno / Edvard Munch

Museo Munch, Oslo

Edvard Munch
En la producción de autorretratos hay muchos elementos de temporalidad y humor. En uno, por ejemplo, el pintor se puede mostrar feliz, rodeado por un paisaje veraniego, mientras que meses más tarde prefiere mostrarse abatido. Como siempre, los autorretratos reflejan las subidas y bajadas de sus creadores. 
En el caso de Munch, la temática constante de sus retratos en la segunda mitad de su vida está determinada por la sensibilidad contenida. En El caminante nocturno, lo primero que llama la atención es que espacio y perspectiva están coordinados en una misma escala, aunque la segunda está algo distorsionada para lograr ángulos que aportan mayor profundidad a la escena. De esta forma, la diagonal de la pared bajo las ventanas se corta con la opuesta, la que determina el piano, en un ángulo agudo; al mismo tiempo, el suelo está trabajado con pinceladas ondulantes que añaden una sensación de inestabilidad a la composición. 
El segundo elemento notable es la visión del mundo exterior que, aunque nocturno, penetra en el cuadro con fuerza. Aquí observamos que el mundo exterior entra en el mundo interior del pintor; pero a diferencia de otros autorretratos, ni la agorafobia ni la claustrofobia están presentes. Por el contrario, aquí el pintor se enfrenta a ese mundo exterior y lo confronta con ese espacio vacío que es su hogar. 
Parece que en este autorretrato Munch estuviera recordando algún momento de insomnio, caminando a oscuras por su casa, sin dirigirse a un sitio específico y, de repente, se tropieza con el salón y un espejo. La manera en que la figura se coloca, y la ausencia de otras formas humanas en la habitación, indican que el pintor está inclinado hacia algo: si no se trata del espectador, entonces el pintor se está reflejando en un espejo. Y por la expresión del rostro, se entiende que esa visión repentina del paseante nocturno no es de su completo agrado.

Aldea cerca de Pontoise / Camille Pissarro

Museo de Basilea

Camille Pissarro
El cuadro fue ejecutado en 1873, es decir, en el momento en que el artista trabajaba junto con Cézanne. Sus características formales revelan, por una parte, resabios de la influencia de Monet y de Sisley y, de otra, su relación con Cézanne, de quien adquiere la preocupación por la entidad de la forma. El paisaje ha sido construido con una técnica muy característica de pinceladas paralelas, método que aparece también en la obra cezanniana de este momento. La evolución de dicho procedimiento motivaría unos años más tarde en la pintura de Pissarro una incursión por el puntillismo.

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